domingo, 21 de febrero de 2021
La Cuaresma vivida desde el Carmelo
miércoles, 27 de enero de 2021
En camino con san José
domingo, 24 de enero de 2021
En la celebración del Niño Jesús de Praga
lunes, 28 de diciembre de 2020
La Navidad en el Carmelo también es música...
El Carmelo celebra la Natividad del Señor
sábado, 26 de diciembre de 2020
"Dios con nosotros". ¡Es Navidad!
En la fragilidad de un niño ha manifestado Dios su poder. En la ternura y el candor de unas manitas que se abren se ha podido unir el cielo con la tierra. En la mirada serena de José y María somos invitados a contemplar y a entrar en el misterio del Verbo Encarnado. En el asombro de los pastores somos convidados al encuentro y en el canto de los ángeles compartimos la alegría y la paz de saber que ha llegado el ENMANUEL. «Por lo tanto, no puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida y nos infunde la alegría de la eternidad prometida».
domingo, 12 de julio de 2020
Santa Teresa de Los Andes, a 100 años de su muerte
TERESA DE
LOS ANDES: UNA CARMELITA SEGÚN EL CORAZÓN DE MARÍA
Juana Enriqueta de los Sagrados Corazones Fernández Solar nació
el 13 de julio de 1900 en Santiago de Chile, sus padres Miguel Fernández y
Luisa Solar, cristiano piadosos y devotos, de muy buena posición económica. Dos
días después de su nacimiento fue bautizada. El ejemplo y las enseñanzas de sus
padres fueron su primera educación cristiana. Recibió el sacramento de la
Confirmación el 22 de octubre de 1909 y la Primera Comunión el 11 de septiembre
de 1910.
El 7 de mayo de 1919, con la aprobación de sus padres, entró en
el monasterio de las Carmelitas Descalzas de la ciudad de Los Andes, tomando el
nombre de Teresa de Jesús. Recibió el hábito religioso el 14 de octubre del
mismo año y comenzó el noviciado.
El 02 de abril de 1920 enfermó de tifus y difteria. El día 5
recibió los últimos sacramentos y el 6 hizo la profesión religiosa in artículo
mortis. Expiró santamente el 12 de abril de 1920, después de haber transcurrido
en el Carmelo, como postulante y como novicia, solamente 11 meses.
Canonizada por Juan Pablo II el 21 de marzo de 1993 el aroma de
santidad de esta joven carmelita chilena ha impregnado la iglesia con su
simpatía y alegría, ha sido propuesta como modelo para los jóvenes en la
Iglesia de hoy.
Al celebrar como familia religiosa el I Centenario de su pascua,
su itinerario espiritual sigue siendo una expresión radical de entrega
apasionada al amor de Dios y un deseo ferviente de ser hija auténtica de María
en la imitación de sus virtudes.
A través
de la lectura de algunos párrafos de su Diario y Cartas podemos percibir su gran
amor a la Santísima Virgen María, allí nos cuenta cómo desde su más tierna
infancia la Virgen ha sido su compañera inseparable y confidente íntima. Ella
le ha escuchado la relación de sus alegrías y tristezas. Ella ha confortado su
corazón tantas veces abatido por el dolor.
Teresa,
le confiesa a su padre: “Desde chica amé mucho a la Santísima Virgen…Confíe
todo a la Santísima Virgen. Récele siempre el rosario para que Ella le guarde
no sólo su alma, sino también sus asuntos.” Se siente muy amada por la
madre de Jesús, y ella responde con su amor, “¡Cuánto amo a mi Madre!
¡Cuánto me ama Ella!”. Está completamente convencida que la Virgen María
es la vía más rápida para llegar a Jesús y unirse a ÉL, y esta certeza impregna
su vida de un deseo infinito de entregarse sin reservas a la voluntad de Dios.
Llega a la conclusión de que María es un espejo donde puede verse y revisar su camino
espiritual: "Puesto que soy su hija, debo parecerme a Ella y así me
pareceré a Jesús".
Desde
siempre se siente cercana y unida a la Virgen, le considera su promotora
vocacional, así lo expresa en una entrañable carta a su hermano Lucho: “la
que puso en mi alma el germen de la vocación, fue la Santísima Virgen. Y tú
fuiste el que me enseñó a amar a esta tierna Madre, que jamás ha sido en vano invocada
por sus hijos, Ella me amó y, no encontrando otro tesoro más grande que darme
en prueba de su singular protección, me dio el fruto bendito de sus entrañas,
su Divino Hijo. ¿Qué más me pudo dar?”
Teresa
tenía por costumbre escribirle cartas a Jesús y a María, en el papel derrama su
oración de suave olor, sus deseos ardientes de unión con Dios, ejemplo de ello
esta bellísima carta a la Virgen María, es un momento difícil, ella está
internada en su colegio, y en esta carta con ternura le escribe a la Madre de
Dios como si ella fuera su propia madre. Le dice a María que no ha de amar sino
a Jesús, y que lo hace para para desahogar su corazón despedazado por el dolor
y luego le pide que la consuele, la aliente, la ame, aconseje, la acompañe y la
bendiga: “Esposa de Jesús Mi único amor. Hoy desde que me levanté estoy
muy triste. Parece que de repente se me parte el corazón. Jesús me dijo que
quería que sufriese con alegría. Esto cuesta tanto, pero basta que Él lo pida
para que yo procure hacerlo. Me gusta el sufrimiento por dos razones: la
primera, porque Jesús siempre prefirió el sufrimiento, desde su nacimiento
hasta morir en la cruz. Luego ha de ser algo muy grande para que el
Todopoderoso busque en todo el sufrimiento. Segundo: me gusta porque en el
yunque del dolor se labran las almas. Y porque Jesús, a las almas que más
quiere, envía este regalo que tanto le gustó a Él”.
¡Alabado sea Jesucristo!
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