sábado, 17 de septiembre de 2016

"Adorar en mí al Dios oculto"




“Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene.”(Jn. 4,16).
Este es el acto más grande de nuestra fe. Este es el medio de pagar a Dios amor con amor. Es el misterio escondido en el corazón del padre, de que habla San Pablo y que logramos, al fin, comprender con el alma estremecida.

Cuando nuestra alma llega a creer en ese gran amor con que Dios la ama (Ef. 2,4), se puede afirmar de ella lo que se dijo de Moisés: Permaneció inquebrantable en su fe como si hubiera visto al Invisible (Hb. 11, 27).  Un alma así, no se preocupa de  gustos ni de sentimientos. Le importa poco sentir o no sentir a Dios, recibir de El gozos ó sufrimientos. Ella cree en su Amor. Cuánto más sufre, mayor es su fe porque supera, por decirlo así, todos los obstáculos para descansar en el seno del amor infinito que sólo puede realizar obras de amor. El divino maestro puede decir también interiormente a esta alma, vigilante en su fe, aquellas palabras que dirigió un día a Magdalena: Vete en paz, tu fe te ha salvado. (Lc. 7,50).  (Sor Isabel de la Trinidad)

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